Muchos poemas le han dedicado cientos de palabras. Unos los admiran, otros los evitan. Nos enseñan la realidad, pero al revés. A veces distorsionada. A veces se confunden con lo real. Otras veces nos cegan.
La fotografía es eso, un reflejo. Todas las cámaras tienen en su interior un espejo. Y el espejo refleja. El agua también. Los cristales y los metales. Los móviles y las gafas. Los ojos (no solo el alma) ¡Los cuadernos! ¿A quién, de pequeño, no le han cegado en clase reflejando la luz del sol en las tapas de libros y cuadernos?
Así que fotografiar un reflejo no es más que el reflejo de un reflejo, ¿no? Quizá, puede.
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